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{"id":2570,"date":"2022-09-08T18:03:18","date_gmt":"2022-09-08T18:03:18","guid":{"rendered":"https:\/\/bctmedios.com\/?p=2570"},"modified":"2022-09-08T18:03:18","modified_gmt":"2022-09-08T18:03:18","slug":"muere-isabel-ii-reina-de-inglaterra","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/bctmedios.com\/muere-isabel-ii-reina-de-inglaterra\/","title":{"rendered":"Muere Isabel II, reina de Inglaterra"},"content":{"rendered":"

Londres, Inglaterra (8 de septiembre de 2022).- Isabel II ha fallecido a los 96 a\u00f1os, en su residencia de Balmoral y rodeada por toda su familia, seg\u00fan ha anunciado el palacio de Buckingham. La salud de la monarca m\u00e1s longeva y popular del Reino Unido comenz\u00f3 a declinar desde que muriera, en abril de 2021, su esposo, Felipe de Edimburgo<\/a>. La monarca pudo presenciar en primera persona las celebraciones en todo el pa\u00eds en julio por sus 70 a\u00f1os de reinado \u2014el Jubileo de Platino\u2014<\/a>, e incluso estuvo en condiciones, esta misma semana, de recibir en su residencia escocesa al primer ministro saliente, Boris Johnson, y de encargar a su sucesora, Liz Truss, la formaci\u00f3n de un nuevo Gobierno en su nombre. Era el decimoquinto primer ministro que recib\u00eda una monarca<\/a> que ha sido parte fundamental de la historia brit\u00e1nica de la segunda mitad del siglo XX y de las dos primeras d\u00e9cadas del XXI. A pesar de las tormentas y contratiempos vividos por la Casa de los Windsor durante este tiempo, la popularidad de Isabel II se mantuvo robusta hasta el final de lo que los historiadores definen ya como la \u201csegunda era isabelina\u201d.<\/span><\/p>\n

Fueron necesarias d\u00e9cadas de templanza, moderaci\u00f3n, aprendizaje, torpezas corregidas y un anacr\u00f3nico pero necesario sentido del deber para que Isabel II fuera la parte indispensable del paisaje de la que ning\u00fan brit\u00e1nico estaba dispuesto a prescindir. Ella fue la raz\u00f3n de que una artista tan gamberra y provocadora como Tracey Emin, cuya obra de arte m\u00e1s conocida es una cama revuelta con las s\u00e1banas manchadas, se declarara una \u201cmon\u00e1rquica secreta\u201d. O de que Vivienne Westwood, la dise\u00f1adora brit\u00e1nica de moda asociada a la est\u00e9tica del punk y de la <\/span>new wave<\/span>, declarara, como millones de mujeres en todo el mundo, ser \u201cmuy fan\u201d de la reina.<\/span><\/p>\n

Isabel II, el s\u00edmbolo universal de lo que representa una casa real europea, fue la demostraci\u00f3n m\u00e1s evidente de que la supervivencia de la instituci\u00f3n mon\u00e1rquica depende siempre de la personalidad de quien ostenta la corona<\/a>. Y la suya fue una combinaci\u00f3n perfecta de tradicionalismo, invisibilidad, liturgia, modernidad en peque\u00f1os sorbos y una delicada neutralidad constitucional que logr\u00f3 el respeto de los 15 primeros ministros, conservadores y laboristas, que gobernaron en su nombre.<\/span><\/p>\n

Clement Attlee, el socialdem\u00f3crata que construy\u00f3 el Estado del bienestar en el Reino Unido y quit\u00f3 a los suyos las ganas de flirtear con los sentimientos republicanos, escribi\u00f3 que \u201ctodos los monarcas, si est\u00e1n preparados para escuchar, adquieren a lo largo de los a\u00f1os un considerable inventario de conocimiento sobre los hombres, y sobre los asuntos humanos. Y si tienen adem\u00e1s buen juicio, son capaces de ofrecer buenos consejos\u201d. Setenta a\u00f1os de reinado proporcionaron a Isabel Alejandra Mar\u00eda, la primog\u00e9nita de Jorge VI e Isabel Bowes-Lyon, nacida en Londres el 21 de abril de 1926, la experiencia suficiente para seducir y granjearse el respeto de egos descomunales como Winston Churchill, Margaret Thatcher, Tony Blair o Boris Johnson.<\/span><\/p>\n

El tiempo jug\u00f3 a favor de Isabel II, porque a medida que fueron pasando las d\u00e9cadas de su reinado, la monarqu\u00eda brit\u00e1nica fue perdiendo sus poderes discrecionales para convertirse en una instituci\u00f3n m\u00e1s reglada y limitada. Hered\u00f3 un imperio y se convirti\u00f3 a los 25 a\u00f1os en la clave de b\u00f3veda de su arquitectura constitucional. Acab\u00f3 siendo la representaci\u00f3n visible y el anhelo de estabilidad y unidad de un pa\u00eds fragmentado. Con sus poderes ampliamente reducidos, pero con una influencia sobre el devenir de los brit\u00e1nicos dif\u00edcilmente alcanzable por cualquier figura pol\u00edtica. En 1956, con la dimisi\u00f3n del primer ministro Anthony Eden; o en 1963, con la dimisi\u00f3n de Harold Mcmillan, la reina pudo ejercer su poder de designar un sucesor. En 1965, al imponer el Partido Conservador su propio m\u00e9todo de elecci\u00f3n interna de l\u00edder, quit\u00f3 a la monarca esa prerrogativa. Afortunadamente, sugirieron los historiadores. \u201cLa monarqu\u00eda se benefici\u00f3 de todas estas restricciones en los poderes de la reina, porque todo ejercicio de discreci\u00f3n tiende forzosamente a ser pol\u00e9mico\u201d, defend\u00eda el profesor Vernon Bogdanor, el constitucionalista brit\u00e1nico m\u00e1s prestigioso, en la conferencia que imparti\u00f3 en el <\/span>Gresham College<\/span> en 2016 para celebrar los 90 a\u00f1os de Isabel II<\/a>.<\/span><\/p>\n

El 6 de febrero de 1952, Jorge VI muri\u00f3 en la cama, a los 56 a\u00f1os. El hombre cuya tartamudez<\/a> y ataques de ira le prefiguraban como un rey imposible; el joven que llor\u00f3 en los hombros de su madre cuando el destino le impuso una responsabilidad inesperada; el monarca que se granje\u00f3 el respeto de los brit\u00e1nicos al sufrir junto a ellos, en Londres, el bombardeo alem\u00e1n de la II Guerra Mundial, hab\u00eda dispuesto que su primog\u00e9nita, Isabel, tuviera la preparaci\u00f3n constitucional para ser la reina que \u00e9l nunca pudo tener. No solo aprendi\u00f3 de tutores particulares como el rector del prestigioso y elitista colegio de Eton, Henry Marten, los usos y costumbres parlamentarios de Gran Breta\u00f1a \u2014como comprobaron con asombro varios de los primeros ministros con quienes despach\u00f3\u2014, sino que memoriz\u00f3 de principio a fin la biblia a la que tambi\u00e9n se aferraron su abuelo, Jorge V, y su padre, para entender el difuso pero trascendental papel de la corona brit\u00e1nica: <\/span>The English Constitution <\/span>(La Constituci\u00f3n Inglesa), el ensayo escrito por Walter Bagehot, legendario director del semanario <\/span>The Economist. <\/span>Defend\u00eda Bagehot que la Constituci\u00f3n \u2014no escrita\u2014 de Inglaterra (en 1860 todo lo brit\u00e1nico era ingl\u00e9s, y todo lo ingl\u00e9s, brit\u00e1nico) ten\u00eda dos ramas: la solemne y la eficaz. Al Gobierno, al Parlamento y a la Administraci\u00f3n correspond\u00eda la segunda. A la monarqu\u00eda, \u201cque simbolizaba al Estado a trav\u00e9s de la pompa y la ceremonia\u201d, le correspond\u00eda la primera.<\/span><\/p>\n

Isabel II accedi\u00f3 al trono lejos del Reino Unido. Se enter\u00f3 en Kenia de la muerte de su padre. Realizaba la primera etapa de una larga gira junto a su esposo, el duque de Edimburgo, por varios pa\u00edses de la Commonwealth. En la noche anterior, dorm\u00edan ambos sobre la copa de una gigantesca higuera en el Parque Nacional de Aberdare. \u201cPor primera vez en la historia de la humanidad, una joven subi\u00f3 a un \u00e1rbol como princesa y baj\u00f3 al d\u00eda siguiente como reina\u201d, escribi\u00f3 el naturalista brit\u00e1nico Jim Corbett, que se hospedaba por entonces en el mismo hotel.<\/span><\/p>\n

La noticia cambi\u00f3 su vida, pero, a diferencia de Jorge VI, ya estaba preparada para su destino. \u201cAnte todos vosotros declaro que mi vida entera, sea larga o corta, estar\u00e1 dedicada a vuestro servicio, y al servicio de la gran familia imperial a la que todos pertenecemos\u201d, hab\u00eda dicho la princesa por radio desde Ciudad del Cabo, en Sud\u00e1frica, un 21 de abril de 1947, al cumplir 21 a\u00f1os. Esa \u201cfamilia imperial\u201d se ha ido disolviendo durante los a\u00f1os m\u00e1s en una comunidad cultural y sentimental de naciones que en una organizaci\u00f3n internacional con voz y peso propio. Pero ha sido sobre todo la figura de Isabel II la raz\u00f3n \u00faltima para que pa\u00edses como Canad\u00e1 o Australia, de naturaleza republicana, mantuvieran a la reina como su jefa de Estado.<\/span><\/p>\n

El peso de la familia<\/span><\/p>\n

La Casa de los Windsor ha tenido sus abundantes raciones de drama. Y entraba dentro de lo normal que el drama familiar se convirtiera en nacional. Como la abdicaci\u00f3n de Eduardo VIII<\/a>, m\u00e1s tarde el duque de Windsor, por su amor a la divorciada estadounidense Wallis Simpson. O el romance imposible de la princesa Margarita<\/a>, hermana de la reina, con el capit\u00e1n Peter Towsend, h\u00e9roe de guerra. En ambos casos, Isabel II pudo poner orden de acuerdo con las r\u00edgidas reglas heredadas de la instituci\u00f3n mon\u00e1rquica.<\/span><\/p>\n

El terremoto de Lady Di empuj\u00f3 a la reina y al palacio de Buckingham a una dimensi\u00f3n desconocida: el drama ya era global, y la monarca se vio obligada a lidiar con un concepto hasta entonces desconocido para ella: la cultura popular. Fue el 24 de noviembre de 1992, en un discurso en el que celebraba los 40 a\u00f1os de su ascensi\u00f3n al trono, cuando Isabel II defini\u00f3 aquel a\u00f1o como <\/span>annus horribilis<\/span>. Vistas en perspectiva, las desgracias de aquellos meses casi despiertan un sentimiento de ternura, comparadas con lo que vendr\u00eda a\u00f1os despu\u00e9s.<\/span><\/p>\n

En 1992 se divorci\u00f3 el pr\u00edncipe Andr\u00e9s de su esposa, Sarah Fergusson<\/a>. Treinta a\u00f1os despu\u00e9s, su madre se ver\u00eda obligada a pagar de su bolsillo parte de los m\u00e1s de 14 millones de euros<\/a> que el duque de York tuvo que desembolsar para poner fin al oprobio de una acusaci\u00f3n de abusar sexualmente de una menor. En 1992, se airearon a trav\u00e9s de libros o filtraciones a la prensa las infidelidades<\/a> de Diana de Gales y de Carlos de Inglaterra. Cinco a\u00f1os despu\u00e9s, la muerte de Lady Di<\/a> puso en jaque todo el mundo construido alrededor de Isabel II. En 1992, la isla de Mauricio eligi\u00f3 abandonar la Commonwealth y convertirse en Rep\u00fablica. <\/span><\/p>\n

Veintid\u00f3s a\u00f1os despu\u00e9s, Escocia llev\u00f3 hasta el precipicio, con un refer\u00e9ndum de independencia<\/a>, al Reino Unido. Y dos a\u00f1os m\u00e1s tarde, el Brexit hundi\u00f3 al pa\u00eds en una crisis de identidad de la que apenas ha comenzado a recuperarse.<\/span><\/p>\n

Isabel II estuvo presente en todos esos momentos. Discreta, a la hora de afrontar las desgracias familiares. Neutral, frente a la amenaza de fragmentaci\u00f3n de su reino. \u201cEspero que los votantes piensen cuidadosamente en su futuro\u201d, se limit\u00f3 a decir antes de que los escoceses se pronunciaran. Dice mucho sobre el respeto a su figura el hecho de que la propuesta de independencia del Partido Nacional Escoc\u00e9s de Nicola Sturgeon contemplara desde el primer momento que Isabel II continuara siendo la reina del nuevo pa\u00eds.<\/span><\/p>\n

Su verdadera prueba de fuego no fueron ni las sucesivas crisis econ\u00f3micas que le toc\u00f3 afrontar, desde su papel institucional, ni las guerras, ni el malestar social de los a\u00f1os setenta, ni el terrorismo del conflicto norirland\u00e9s. Su momento m\u00e1s delicado fue la muerte de Lady Di, cuando la voluntad de mantener en la esfera privada el duelo familiar \u2014y su evidente escaso apego hacia la \u201cprincesa del pueblo\u201d\u2014 choc\u00f3 de bruces con un sentimiento popular de dolor que roz\u00f3 la histeria, y culp\u00f3 sin matices al palacio de Buckingham del desdichado final de quien hubiera podido ser ella misma reina.<\/span><\/p>\n

El proceso de despertar y de redenci\u00f3n de Isabel II qued\u00f3 inmortalizado en la memoria de todos los que vieron <\/span>The Queen<\/span> (La Reina), la magistral pel\u00edcula de Stephen Frears con la tambi\u00e9n magistral interpretaci\u00f3n de Helen Mirren. Aquel momento en que la reina decidi\u00f3 finalmente regresar desde Balmoral (Escocia) a Londres, y recorrer a pie el manto de flores que miles de ciudadanos hab\u00edan dejado frente a la verja del palacio de Buckingham, ha permanecido en la historia como el instante en que Isabel II se reconcili\u00f3 con un pueblo que no renegaba de ella, sino que esperaba un m\u00ednimo gesto para perdonarla.<\/span><\/p>\n

Lo cont\u00f3 Robert Lacey en su libro <\/span>Monarqu\u00eda: La Vida y Reinado de Isabel II<\/span>: \u201cVestida de negro, mientras recorr\u00eda la larga fila de ciudadanos dolientes, una ni\u00f1a de 11 a\u00f1os le ofreci\u00f3 cinco rosas rojas. \u2018\u00bfQuieres que las coloque junto a las otras?\u2019, pregunt\u00f3 la reina. \u2018No, majestad. Son para usted\u201d, replic\u00f3 la peque\u00f1a. \u201cEscuchamos c\u00f3mo la gente comenzaba t\u00edmidamente a aplaudir\u2019, record\u00f3 uno de los ayudantes de palacio. \u2018Y recuerdo que pens\u00e9: \u00a1buuf!, todo sigue en orden\u201d.<\/span><\/p>\n

Isabel II tuvo la virtud, a medida que avanzaba su reinado, de transmitir a los brit\u00e1nicos, con su mera presencia, con su cumplimiento estricto del papel que le correspond\u00eda, esa sensaci\u00f3n de que \u201ctodo estaba bien\u201d. Aunque no lo estuviera. Sobre todo, porque no siempre supo gestionar correctamente los desmanes de los miembros de su familia. O no siempre le correspondieron sus descendientes con el respeto debido.<\/span><\/p>\n

Aguant\u00f3 hasta que result\u00f3 inaguantable la s\u00f3rdida amistad de su hijo Andr\u00e9s \u2014el favorito, seg\u00fan han afirmado durante d\u00e9cadas los medios brit\u00e1nicos\u2014 con el millonario pederasta estadounidense Jeffrey Epstein<\/a>. Y solo decidi\u00f3 despojarle de t\u00edtulos y honores<\/a>, y apartarlo de la vida p\u00fablica, cuando su proximidad se convirti\u00f3 en un peligro para la instituci\u00f3n. O decidi\u00f3 tambi\u00e9n despojar de rango y privilegios a su nieto Enrique cuando desde la distancia estadounidense emprendi\u00f3 una campa\u00f1a de acusaciones de abuso y de supuesto racismo contra su esposa, Meghan Markle<\/a>.<\/span><\/p>\n

Ni una palabra de la reina en uno u otro caso. No existe ni una entrevista de la monarca durante 70 a\u00f1os de reinado. Las dio su esposo, el pr\u00edncipe Felipe de Edimburgo, fallecido el 9 de abril de 2021<\/a>. Las dieron sus hijos Carlos o Andr\u00e9s. Las han dado sus nietos, Guillermo o Enrique.<\/span><\/p>\n

Isabel II fue a la vez un libro abierto y un misterio. Simple en sus aficiones: la naturaleza, la caza, y sobre todo los caballos. Simple en sus rutinas: termin\u00f3 cada d\u00eda de su vida con una breve anotaci\u00f3n en un diario de lo realizado durante la jornada, pero, salvo que la historia arroje una sorpresa, sin grandes reflexiones ni juicios de valor sobre aquello de lo que escrib\u00eda.<\/span><\/p>\n

Fue uno de los actores principales del gran teatro del mundo, representando el papel que de ella esperaban miles de millones de espectadores. Recibi\u00f3 a 12 presidentes de Estados Unidos, a centenares de dignatarios internacionales, y se reuni\u00f3 con cuatro Papas. La cabeza de la Iglesia Anglicana, que rezaba cada noche antes de acostarse y era una creyente devota, vio evolucionar con los tiempos la doctrina que comandaba al aceptar divorcios, o consagrar mujeres y homosexuales.<\/span><\/p>\n

La reina y sus primeros ministros<\/span><\/p>\n

La primera vez que Isabel II encarg\u00f3 la formaci\u00f3n de un Gobierno en su nombre a un primer ministro m\u00e1s joven que ella fue en 1997. Era el laborista Tony Blair. Cuando accedi\u00f3 al trono, en 1952, no hab\u00edan nacido ni la reci\u00e9n nombrada primera ministra Liz Truss, ni Boris Johnson, ni David Cameron ni el propio Blair.<\/span><\/p>\n

Si la joven reina admir\u00f3 y escuch\u00f3 con humildad los consejos de Winston Churchill, con los a\u00f1os fue ella la que pudo aconsejar desde su propia experiencia a muchos pol\u00edticos v\u00edctimas de ese mal tan propio de la profesi\u00f3n, el adanismo. La creencia de que la historia comienza con ellos.<\/span><\/p>\n

Aunque la mayor\u00eda de ellos dieron a la monarca el papel que le correspond\u00eda. Anthony Eden comparti\u00f3 con ella los planes secretos de aquella cat\u00e1strofe que supuso en 1956 la invasi\u00f3n del canal de Suez. Y Margaret Thatcher la mantuvo al tanto de la Guerra de las Malvinas contra Argentina.<\/span><\/p>\n

El papel de la reina fue en todo momento el de expresar sus dudas o preocupaciones a trav\u00e9s de preguntas, y para la historia ha quedado la convicci\u00f3n generalizada de que a Blair, en alguna de las audiencias previas a la invasi\u00f3n de Irak, le preguntar\u00eda si no merec\u00eda la pena dar algo m\u00e1s de tiempo a la iniciativa y buscar el respaldo de la ONU que nunca se obtuvo.<\/span><\/p>\n

La pandemia y la muerte de Felipe<\/span><\/p>\n

El reinado de Isabel II fue la imagen constante de una pareja c\u00f3mplice e inseparable. Felipe de Edimburgo fue la \u00fanica persona capaz de cantar a la reina las verdades del barquero, y de arrancarle en p\u00fablico la mayor de las sonrisas. \u201cHa sido, simplemente, mi fuerza y mi apoyo durante todos estos a\u00f1os (\u2026) y tengo con \u00e9l una deuda mucho mayor de la que nunca me reclamar\u00e1, o de la que nunca nadie sabr\u00e1\u201d, dijo de su esposo en 1997, al cumplir sus bodas de oro.<\/span><\/p>\n

Cuando el 17 de abril de 2021 los brit\u00e1nicos vieron a su reina sola, de negro, embozada en una mascarilla, velando el f\u00e9retro del duque de Edimburgo en la capilla del Castillo de Windsor, muchos percibieron el fin de una era. Por entonces, Isabel II llevaba m\u00e1s de un a\u00f1o confinada en ese castillo, junto a su esposo. Su agenda p\u00fablica se hab\u00eda reducido dr\u00e1sticamente, y la incrementada presencia en primera l\u00ednea de Carlos de Inglaterra, su hijo y heredero, o del pr\u00edncipe Guillermo (segundo en la l\u00ednea de sucesi\u00f3n) y su esposa, Kate Middleton, hac\u00eda pensar que la monarca iba entregando poco a poco el testigo a otra generaci\u00f3n.<\/span><\/p>\n

Pero la pandemia concluy\u00f3, e Isabel II fue incrementando su actividad oficial a medida que se acercaba la gran celebraci\u00f3n del Jubileo de Platino, en 2022<\/a>. La promesa de servicio a sus ciudadanos hasta el final de sus d\u00edas, que realiz\u00f3 en su 21\u00ba cumplea\u00f1os, llevaba impl\u00edcita la idea de que un monarca brit\u00e1nico solo abandona el trono cuando fallece. Los \u00faltimos a\u00f1os de la reina estuvieron plagados de rumores sobre su retirada de la vida p\u00fablica y la decisi\u00f3n de dar v\u00eda libre al reinado de su hijo Carlos. Nunca se confirmaron.<\/span><\/p>\n

La descripci\u00f3n m\u00e1s cari\u00f1osa, y probablemente la m\u00e1s cercana al sentimiento y percepci\u00f3n general de su reina que tuvieron muchos brit\u00e1nicos, la escribi\u00f3 el profesor de Pol\u00edtica e Historia, Ben Pimlott, el autor de la biograf\u00eda m\u00e1s equilibrada y honesta de Isabel II: \u201cSiempre fue la ni\u00f1a peque\u00f1a en el palacio enorme, con su nariz aplastada contra el cristal de la ventana. Le gustaba pensar, y quiz\u00e1 acert\u00f3, que muchos de sus s\u00fabditos ve\u00edan en ella a alguien muy parecido a ellos: prosaica, nada pretenciosa, la clase de persona que, en palabras de uno de sus admiradores, recorre la casa para ir apagando las luces que los ni\u00f1os se dejaron encendidas\u201d.<\/span><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Londres, Inglaterra (8 de septiembre de 2022).- Isabel II ha fallecido a los 96 a\u00f1os, en su residencia de Balmoral y rodeada por toda su familia, seg\u00fan ha anunciado el … Leer m\u00e1s<\/a><\/p>\n","protected":false},"author":5,"featured_media":2571,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":[],"categories":[21],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2570"}],"collection":[{"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/5"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=2570"}],"version-history":[{"count":1,"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2570\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":2572,"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2570\/revisions\/2572"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/2571"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=2570"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=2570"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/bctmedios.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=2570"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}